El número de estadounidenses adultos obesos ha aumentado en los últimos 30 años a aproximadamente 78 millones. Además de la falta de ejercicio y el consumo de comidas grasosas en grandes porciones, ¿Que otras cosas están consumiendo que podrían tener que ver con esta desproporcionada obesidad?
Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Yale la fructosa, un edulcorante que se encuentra en muchos alimentos, puede estar contribuyendo al aumento de peso y la obesidad, ya que tiene un efecto mínimo en las regiones del cerebro que controlan el apetito.
La glucosa
Este el principal tipo de azúcar en la sangre y la principal fuente de energía para las células del cuerpo. La glucosa viene de frutas, verduras y otros alimentos que comemos, tales como los almidones que el cuerpo descompone en glucosa. La fuente más saludable de la glucosa es la natural y los carbohidratos complejos como las frutas y las verduras.
La fructosa
Se deriva en gran parte de la caña de azúcar, la remolacha y el maíz. Las empresas alimenticias la agregan a los alimentos y a las bebidas, ya que es dulce, ayudando así a mantener el buen sabor de los alimentos durante largos períodos de tiempo (especialmente durante el proceso de congelación). Si bien el maíz es también alto en glucosa, el jarabe de maíz que se agrega a los alimentos procesados, las bebidas gaseosas, los jugos y las salsas contiene fructosa de jarabe de maíz.
Lo que comemos influye en lo que somos
La investigación, publicada en el Journal of the American Medical Association, es la primera en comparar la respuesta del cerebro humano con la fructosa y la glucosa, dos tipos de azúcares simples que se usan por separado y en conjunto para endulzar los alimentos.
Los investigadores han sospechado durante mucho tiempo que el aumento del consumo de alimentos con sabor a fructosa, una sustancia más dulce para el gusto que la glucosa, puede estar contribuyendo a la epidemia de obesidad EE.UU.. El último estudio utilizó imágenes cerebrales para medir la actividad después de que se consumieron los edulcorantes. El mismo encontró que la glucosa sólo tenía la capacidad de reducir el flujo sanguíneo en las áreas del cerebro que regulan el apetito, impidiendo que la gente quiera comer más.
Los datos sugieren que probablemente no es conveniente consumir bebidas con altos niveles de fructosa porque no lo van a ayudar a sentirse lleno y le llevarán a consumir más calorías.
El cerebro necesita glucosa como combustible. Cuando no encuentra suficientes en el cuerpo, se va a las células para tratar de conseguir que la persona coma más. Una vez que aumentan los niveles de glucosa, el cerebro deja de acudir a esas células. El estudio encontró que la fructosa no tiene la capacidad de ser el interruptor que apaga ese proceso.
Conclusión
Una mejor comprensión de cómo ciertos alimentos y la obesidad afectan el cerebro y el cuerpo es importante.
En base a estos resultados usted debe evitar alimentos procesados y refinados y bebidas que contengan fructosa y glucosa y comer más alimentos naturales para revertir la tendencia en el aumento de peso.